martes, 13 de julio de 2010

¿De donde vienen nuestras alegrías?


Te lo pregunto a vos, que viniste de la via láctea para hacernos más humanamente santos, por estar un poco más alegres.

¿quién puede conferenciarte sobre si meter un gol es, o no es, indispensable para ser él jugador, que aunque no esté en la cancha gambetea con su sutileza de vecino de barrio, de pibe bonachón de villa?
¿Cuánta fama te dieron esos goles campeón ? Poco importa lo que digan de tu gesticulación arrogante, todo dios peca de egocéntrico, o de tu agudeza adormilada, mientras tus piernas galopen como equino desbocado y tu izquierda envidiada no nos deje a pata a la mitad del partido, desde las tribunas o en las casas te estamos mirando. Con los trapos en la mano, transpirados, difonicos te estamos viendo correr en un campo de amapolas !barrilete cósmico!. Y yo deseo que termines con tu modestia para siempre y que vueles de una vez por todas.

Cuerpo de nuestro cuerpo, le diste a ésta muchedumbre hambrienta de alegría una gula de felicidad insoportable. Vos, barrilete cósmico, humano como éste siervo que te escribe para no olvidarse de ser bien agradecido. vos debes saber perfectamente de dónde vienen algunas de nuestras alegrías, en qué extraño laboratorio de potrero se preparan esas dosis que nos hermanan de golpe, y nos convierten, por un momento en siameses, argentinos y argentinas, con los pechos hinchados de orgullo. Y preguntan ¿Que si has logrado lo que ningún acto patrio? ¿Qué si tu cohesión es una chabacanería patriotera de negros y fanáticos? es que vos nos das la fiesta nuestra de cada día... La soberana maldad de los señores de la palabra, señores de lentejuelas y brillos, putañeros mal teñidos de seriedad intelectual y vulgar critica autodidacta, suelen maltratar tu conciencia. viles malagradecidos, superfluos jugadores de un ajedrez donde estarás siempre en jaque mi querido hermano por que nos hemos olvidado tu costado mortal. orgullosos y sin piedad depositamos en tus gambas una mística y sobrecargada responsabilidad de hacernos felices a toda costa, de que nos dejes amarte y cantarte fanáticamente desde la tribuna, que le des permiso a los goles en la cancha para ser gritados, por que en la cancha se debe ganar porque si no, se muere una partecita de nosotros, acá adentro, donde vos estás hace un buen rato, acá adentro donde se nos metió Víctor Hugo convertido en una relator de la más emocionante experiencia para un ser vivo, pasional y futbolero. Te hemos pedido todo esto y más y nos hemos olvidado de tu maravillosa divinidad de carne y hueso. perdónanos, somos sólo unos egoístas, ansiosos por ser felices.

Pero vos tranqui, jugador, como te pasa a vos con los goles les debe pasar a los periodistas con las horas televisivas o radiales que sumen cacareando absolutismos y eternas verdades sobre tus dotes o carencias. Pobres ingratos, blasfemos, parecen no entender que si éste dios no existiera en la tierra, y no se le hubiese ocurrido un mundo entero y una copa, seríamos un poco más desgraciados, más infelices, más incompletos. No tendríamos al dios más humano que quisiéramos haber tenido siempre para cada paisano del planeta, un dios que peca, porque pecar es estar terriblemente vivo y a muchos les importuna esa valentía de caballero hidalgo, esa valentía de saberte vivo a cada paso. De seguro, algunas de nuestras alegrías han venido de tu mano. Diego Armando Maradona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario